Aunque no tenía claro si podría salir, finalmente pude hacer un agujero y, junto a Jaume (no se apuntó a nadie más) improvisamos una salida extra.
Y lo cierto es que, pese al viento endemoniado que sopló en algunos tramos, la salida estuvo genial. Una vez llegados al Mas del Borbó desde el Picarany, le insinué a Jaume si estaría dispuesto a subir hasta la Ermita de la Inmaculada, aunque esto implicara caminar un poco. Y efectivamente, ya lo conocéis, por una aventura lo da todo, o sea que hacia arriba por el camino de las viñas, resguardados del viento, hasta la llano de la Ermita (donde el viento volvió más fuerte que nunca).
La bajada hacia Vilaplana cuenta con una de las fotos más bonitas de la temporada, y que sin duda casi justifica ella sola el esfuerzo de toda la mañana.
Pep tuvo trabajo a última hora, y Jordi se ve que estaba malo, así que los dos incombustibles dimos una vuelta por Vilanova hasta la carretera del castillo y bajada por Duesaigües.
Ya en el camino hacia Riudecanyes, llevé a Manolo por una "decouverte" que enlaza con el famoso bosque encantado de Ramon por donde, tras algún titubeo, terminamos en el bar de Lluis sobre las 10:15.
Tras el almuerzo de rigor, de nuevo vuelta por el sendero de los toboganes, pero esta vez alargando un poco por el Banc de Fusta y trialera de los cazadores. Buena salida aunque sigamos en cuadro...
Al Nen le hacia ilusión subir a la Serra de la Pedrera de Montroig, así que para allí que nos fuimos, acometiendo la subida por la cara de mar.
Pero una vez arriba, ya vimos que con el viento, iba a ser problemático quedarse a almorzar, por lo que acabamos en el merendero de debajo de la Ermita de la Roca. Dato curioso: aunque estamos en diciembre, ¡no pararon de caer orugas de los pinos!
La vuelta, por Vilanova y Riudecanyes, con una pausa para un café en el bar de Lluis.
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