El sábado fue imposible salir, so pena de salir volando, del viento tan terrible que sopló. Pero el domingo, aunque algo soplaba aun, las ganas pudieron mas y salí a dar una pequeña vuelta para estirar piernas y airear la mente
Eric también tuvo su ración de caminos, incluido un bosque embrujado (por las brujas, digo). La verdad es que aunque reconozco que debe ser un coñazo por lo del barro, que envidia me da el verdor y la humedad que se aprecian en las fotos.
Y no quería acabar sin una foto de las dos "gemelas vascas" que aunque ya tienen una edad, no hay quien pueda con ellas 😉.
Aunque Pep ya tiene lista la bici, tenia asuntos de médicos. Y como Ramon tenia trabajo, Manolo y yo quedamos con Pep el bar de Riudecanyes donde, tras un ascenso hasta la carretera del Castillo desde Vilanova y bajada por el camino de Duesaigües y Trenet de Vilamanya, nos sentábamos a las 10 en punto para nuestro tradicional bocata combinado de butifarra y tortilla (bueno, Manolo solo tortilla).
Antes de que llegue la temporada de vientos, como teníamos pendiente la ruta de Remullà, decidimos hacerla Ramon y yo y esperar a que el resto estén a punto para repetirla.
La verdad es que hay que reconocer que los primeros 30 km son un poco aburridos (y ya se encargó Ramon de recordármelo, menuda mosca co...). Pero hasta él tuvo que reconocer que, una vez dentro de los bosques del macizo de Els Dedalts, con el ascenso a Castelló, descenso hasta Vandellos y un nuevo ascenso por Remullà, valieron la pena, pues el paisaje es impagable.
Tras una parada en Santa Marina y un último esfuerzo hasta la Carabassa por la cara de la carretera que sube de Pratdip, enfilamos la recta final de la ruta por Els Comuns, y Montroig.
En total, 5 horas y media de pedaleo efectivo para un total de casi 90 km con 1300 m. de desnivel. Ah, y las baterías aguantaron perfectamente.
Cuando queráis venir a rodar por aquí ….
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