Pues sí, el grupo hoy ya contaba con cinco ciclistas (a los de la semana pasada, se añadían Anartz y Oriol).
Amaneció un día muy ventoso, con lo que tanto José Luís como Pep decidieron no salir. Así pues, oh sorpresa, otra vez solo.
La verdad es que durante casi todo el trayecto, exceptuando algunas zonas donde le viento fue bastante molesto, la cosa no estuvo tan mal: todo el recorrido hasta el Cap Salou y luego hasta Vilaseca, fueron bastante bien. Y la vuelta, con el aire de espaldas, pues... eso. Otra batallita que contar.
Ya dicen que cuando menos te lo esperas, salta la liebre. Y eso se podría aplicar a la salida del jueves, que por lo inesperada, fue una de las rutas mas divertidas de los últimos tiempos.
Resulta que, tras almorzar preceptivamente, tal como mandan los cánones (jueves = bar, Ramon!), se me ocurrió cargar una ruta que llevaba en el móvil (una que tiempo atrás habíamos abandonado al encontrarnos varias cadenas cerrando el camino). Y la verdad es que acertamos de pleno: un camino precioso, con tramos anchos y bosques con senderos no demasiado complicados, que nos encantaron. Lástima que Ramon se lo perdió...
Por fin, conseguimos ponernos de acuerdo para una salida extra, aunque para ello hubo que tirar de los 4 coches. Y es que estas eléctricas abultan como un burro, tu.
Salimos prontito y a las 8 en punto estábamos en la Espluga y a punto de marcha. Un recorrido clásico para el novato (Manolo) con parada para el bocata en la Taula dels quatre batlles. La verdad es que disfrutó lo suyo, sobre todo cuando le dejamos que atravesara en solitario el tramo de bosque que desemboca en la maravilla panorámica de Les Tres Creus.
Tras la otra maravilla que es el Mirador de la Pena, bajada rápida desde la Font del Deport y, tras algún contratiempo para desmontar la rueda de Ramon (los pasadores de las ruedas se negaron a salir y tuvimos que cargar la bici enterita), antes de la una estábamos ya en la carretera, de vuelta a casa
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