El otoño ya se siente aunque la verdad es que todavía desfrutamos de un tiempo magnífico. Y en esta tesitura, nos reunimos Jordi (que con el trajín de las fiestas de Misericordia se presenta con 3 horas de sueño), Jaume estrenado vacaciones (y un posible resfriado) y yo que me levanté con un pinzamiento lumbar que, como no podía ser de otra manera, fe a peor durante el día.
¿Y que es lo que hicimos? Pues aprovechando que teníamos a Anartz ocupado con asuntos familiares (ya dice el refrán que cuando el gato no está, los ratones bailan), nos dimos una vuelta relajada (aunque también con sus subiditas) y hasta una pausa para el café cayó. Y una anécdota en forma de zorro que se nos cruzo en el camino!
En cualquier caso, debo decir que todos echamos en falta a nuestro euskaldún favorito y a su espíritu guerrillero 😄😄😄
Había quedado con el Nen (que salía con Oscar) para almorzar en Vilanova así que sobre las 8 me dirigí riera arriba con la intención de subir al Trenet, camino rosa y carretera del castillo antes de reunirme con ellos. Pero no puedo ser, porque al llegar al camino rosa, resultó que había una batida de caza y me toco recular: bajada hasta Duesaigües, camino del pantano y Riudecanyes. Por cierto que justo antes de girar hacia la carretera de Vilanova, coincidió que llegaban ellos dos y llegamos hasta el bar juntos.
La vuelta, por el camino del bosque encantado antes del Flow y Montroig, para terminar por los holandeses y Montbrió.
Tras la ruta larga del martes, tocaba otra de relax, que en este caso fue la ya casi clásica de Constantí, El Morell y Vilallonga. Esta vez hubo que "lamentar" un incidente por el bosque de detrás de Gavarres, donde el famoso barro amarillento de la zona me dejó las ruedas casi inmovilizadas y las calas de las zapatillas completamente inutilizadas. Con decir que tuve que pasar mas de un cuarto de hora con un palito quita que te quita puñetero barro...
Animado por el buen día que hacia, me propuse llegar (tras infinitos aplazamientos) hasta Porrera. En este caso, decidí ir por els Colls del Vicari, Teixeta y después carretera abajo hacia Pradell para coger el camino de las viñas. Y la verad es que no me defraudó la ruta: la espectacularidad del valle y el verdor de los campos de vid sobre laderas de pendientes casi imposibles, me dejaron impresionado.
Tras un descanso al lado del puente sobre el Cortiella, emprendí regreso siguiendo el curso del barranco hasta el cruce con el GR7 en el inicio del Collet dels Feixos y luego, bajada por la carretera vieja hacia Riudecols.
Y como aun quedaba batería (y no era tarde), todavía me permití el lujo de añadir un "completo" por el Mas del Cases y Botarell. Lo dicho, una jornada espectacular.
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